La verdad
En Luxor, Egipto, se encuentra uno de los mayores complejos religiosos de la antigüedad, Karnak. Nada más entrar en el complejo, nos encontramos con una enorme piedra cuadrada. Llama la atención, por un lado, su simplicidad. Carece de relieves y la parte superior está dejada en bruto, sin tallar. Es “La Piedra de la Verdad” y constituye la primera enseñanza que otorga el lugar sagrado. Los templos egipcios son libros en piedra, ideados para transmitir ideas e información, como muestra la profusión de relieves explicativos.
El arte, por medio de las formas, pretende transmitir ideas, emociones, arquetipos. ¿Qué transmite esa piedra por la que es obligado pasar para acceder al complejo? La piedra representa La Verdad. La primera enseñanza, es que la verdad no puede ser abarcada desde un solo punto de vista. Siempre veremos una parte, allá donde nos coloquemos solo podemos ver uno, dos o como mucho tres lados de la piedra. La zona en bruto, sin tallar, representa lo desconocido. Es obvio que lo desconocido, por su naturaleza, no se puede representar: ¿qué forma tiene lo que no sabemos? Por eso los artistas egipcios, cuando querían representar lo que aún no se conoce, simplemente dejaban la piedra en bruto. Por que la forma está oculta en el interior de la piedra, pero solo lo conocido puede sacarse a la luz.
Así, con una sola imagen, con un elemento tan simple, está representada antes de entrar en los templos del enorme complejo lo que para los egipcios significaba la Verdad. Que es amplia e inabarcable. Que cada observador puede ver una parte de la Verdad, pero no su totalidad. Que la Verdad incluye una parte que nadie ha visto, desconocida. Y por tanto nadie puede erigirse en poseedor de la Verdad Absoluta.